La noche del miércoles, tras el golpe y el enorme susto que sucedió en la mañana, fue inquieta, movida, pero no tuve nada que lamentar. El mar se ha ido calmando y al menos me dejó descansar. Aunque con interrupciones, pude conciliar unas buenas siete horas de sueño. El récord absoluto de la travesía. Las necesitaba después de lo que había pasado. Navegando no se suelen dormir más de tres a cuatro horas seguidas, pero te sientes igual como cuando en tierra duermes seis u ocho. Haber dormido esa noche siete horas, era como si en la cama normal me hubiera aplastado durante doce horas de un tirón.
Ya descansado, el ánimo regresa. Aunque las olas enormes siguen inquietándome e incomodándome periódicamente, la situación en general vuelve a ser «soportable».
Punteo GPS a las 12:20 UTC del jueves 24 de marzo del 2016.
16º 52.460′ N y 40º 16.130′ W – Rumbo 290º, Viento con tendencia a bajar hacia 20 Knts. Fuerte oleaje aún de 2 metros y más. Velocidad muy oscilante alrededor de 6 Knts. Distancia a destino 1242 Nm. En las últimas 17 horas hemos realizado 104 millas. Buen promedio absoluto de 6,1 Knts de distancia directa, o sea descontados los desvíos por bordos.
Punteo GPS a las 22:20 UTC del jueves 24 de marzo del 2016.
16º 21.100′ N y 41º 03.000′ W – Rumbo 245º, Viento más suavizado alrededor de 20 Knts. Ola todavía fuerte marejada de arrastre. Velocidad promedio de 6 Knts. Distancia a destino 1189 Nm. Mal promedio en las últimas horas al hacer un bordo hacia el Sur. No es muy favorable.
Por primera vez cruzo a un barco, pero no llego a saber bien de qué tipo de barco se trata porque sólo le divisé las luces muy a lo lejos. Según el plotter, me pasó a alrededor de 3 millas de distancia. Iba a motor, a unos 13 nudos.
Punteo GPS a las 09:00 UTC del viernes 25 de marzo del 2016.
15º 39.595′ N y 41º 50.750′ W – Rumbo 250º, Viento entre 15 y 20 Knts. El oleaje se ha atenuado sensiblemente, no llega a estar allanado, pero es una marejadilla muy llevadera entre 1 y 1,5 metros. Velocidad 6-6,5 Knts. Distancia a destino 1138 Nm. La noche no fue muy buena en avance pero al menos he podido descansar bien.
Con los vientos más calmados, me dedico la mañana a hacer un poco de mantenimiento y sobre todo, decido bajar por completo la Vela Mayor para reacomodar las fajas de los sables. Los sables son unas varillas que se colocan en forma horizontal en la Vela Mayor para darle cierta rigidez en su curvatura, para que no ondule como si fuera un pañuelo agitado, sino que se hinche con buena forma. El trabajo que me hicieron de reparación en Cabo Verde había repasado todas las costuras de la Vela, pero no habían retocado las fajas que contienen los sables. Obviamente al quedar esa zona como único punto frágil, por ahí es por donde se comenzó a hacer un esfuerzo inhabitual. Esta vez, habiendo comprado las agujas de coser apropiadas y el hilo acorde con el tejido especial de velamen, y, aprovechando que las condiciones eran por primera vez, más bien tranquilas, intento las reparaciones atado con el arnés a la botavara, pero de pie o sentado con toda la vela desplegada sobre cubierta. La postura es incómoda y toda la operación muy dificultosa. Me acuerdo mucho de mi abuela cuando cosía siempre con un dedal en su dedo ¡Cómo me hubiera venido bien ese dedal, Abuelita!
Punteo GPS a las 18:00 UTC del viernes 25 de marzo del 2016.
15º 24.783′ N y 42º 34.790′ W – Rumbo 290º, Viento suave alrededor de 15 Knts. El rumbo muy al sur nos llevó a perder velocidad y avance. Después de todas las reparaciones vuelvo a poner el rumbo más hacia el paralelo 16. La ola sigue de suave marejadilla bien orientada. Velocidad entre 6,5 y 7 Knts. Distancia a destino 1096 Nm. En previsión de la noche y, después de haber cambiado el rumbo, prefiero igualmente subir hasta un rizo la Vela Mayor y el Génoa sólo desplegado a 3/4. Decido esperar acontecimientos por si es necesario optar por una solución diferente.
Nací en Buenos Aires, frente al Río de la Plata, que los conquistadores españoles llamaron Mar Dulce, sencillamente porque tiene apariencia de mar, pero es de agua dulce. En mi infancia ése fue mi Mar. Lo veía desde el balcón del apartamento familiar y soñaba con surcarlo algún día. No era el mar, pero era mi puerta hacia él. Cuando de niños estábamos de vacaciones en algún lugar a orillas del mar, no salíamos del agua hasta que los sándwiches de milanesa completa o la reiteración de gritos y urgencias no nos imponían el fin del día de mar.
Pero fue cuando empecé a leer las historias de descubrimientos, de los grandes navegadores, la magnífica historia del Infante Enrique de Portugal, Enrique el Navegante, y más tarde a Dove, la aventura del primer adolescente que se lanzó a dar la vuelta al mundo en solitario con escasos 16 años y un Sloop de apenas 8 metros, que comprendí que si algo en esta tierra me fascinaba era el Mar.
Pero, por increíble que parezca, mis dos aspiraciones mayores: vivir en el mar y desarrollar mi creatividad, quedaron siempre postergadas. Eran vistas por mi espíritu como frutos del Paraíso que no podría acceder si no estaba dispuesto a entregarme enteramente a ello. Y ahora al encontrarme en este absoluto medio del mar, escribiendo y soñando con seguir haciéndolo, no podía dejar de evocar esa conciencia íntima y profunda de encontrarme en el medio de la vida.
Para mayor coincidencia, ese mismo día, recibí un mail de un amigo parisino en el que me cita a Barthes cuando hablaba de una etapa en el medio del camino de la vida, que no forzosamente corresponde con lo temporal sino en ese momento que separa nuestra vida en esa sucesión de lo cotidiano y otra en la que aspiramos al camino de la creatividad. No podía haber visto mejor el sentido de este Viaje del Clinamen.
Punteo GPS a las 00:00 UTC del sábado 26 de marzo del 2016.
15º 30.430′ N y 43º 15.800′ W – Rumbo 290º, Viento moderado de entre 15 y 20 Knts. con algunos sobresaltos, algunas ráfagas racheadas. El oleaje es razonable, no muy acentuado. Velocidad 6,5-7 Knts. Distancia a destino 1056 Nm. Volvemos a realizar buen promedio con las últimas 40 millas efectuadas en 6 horas, lo que nos da 6,7 Knts. Excelente.
Punteo GPS a las 08:30 UTC del sábado 26 de marzo del 2016.
15º 39.005′ N y 44º 11.860′ W – Rumbo 290º, Viento reforzado entre 18 y 21 Knts. La ola también ha subido nuevamente a los 2 metros. Velocidad 6,5-7 Knts. Distancia a destino 1000 Nm. ¡Muy buen avance durante la noche! En 8,5 horas recorremos 56 millas lo que nos da un promedio absoluto de 6,6 nudos.
Hoy hay desayuno especial para festejar la marca de las 1000 millas restantes. Huevos, frijoles y arroz, típico desayuno caribeño.
Punteo GPS a las 18:30 UTC del sábado 26 de marzo del 2016.
15º 50.763′ N y 45º 18.202′ W – Rumbo 290º, Viento moderándose entre 15 y 20 Knts. El oleaje también algo atenuado entre 1,5 y 2 metros. Velocidad 6,5-7 Knts. con ciertos momentos más bajos. Distancia a destino 936 Nm.
Empiezo a observar cada vez mayor presencia de sargazos en el mar y algunos de ellos directamente enrollados en el hydrogenerador. Espero que su presencia no sea un motivo más de preocupación.
Al atardecer me sobrevuelan tres golondrinas, que siguen mi estela durante un buen rato, sin mayor sentido que el de acompañarme. Luego un espectáculo de ballet mudo de peces voladores, unos saltando por babor, otros respondiendo por estribor, grandes saltos, vuelos bajos, cortas apariciones, largos recorridos, impresionantes. Una fiesta de la naturaleza que precedía a un atardecer anaranjado. Mi reflexión, por la noche, al recibir el regalo de la luna fue que la vida es maravillosa, pero que uno debe ir a buscarla para encontrarla, no viene sola.
Compadezco a quienes la vida les ha regalado todo, a quienes sin esfuerzo todo les cayó ofrecido y en el mejor de los casos logran sostener con relativo mérito la herencia que les fue obsequiada por el beneficio de la cuna. Yo, estoy aquí porque me la he currado, pienso para mis adentros.
Por la noche observo que tengo poca batería. Efectivamente, el hydrogenerador está atascado de algas en su hélice y ya no puede girar y generar como es de esperar. Es muy peligroso intervenir en él con la noche caída. Esperaré hasta que amanezca.
Punteo GPS a las 00:00 UTC del domingo 27 de marzo del 2016.
15º 53.395′ N y 45º 52.900′ W – Rumbo 290º, Viento entre 18 y 20 Knts. Velocidad 6,5-7 Knts. Distancia a destino 902 Nm. Una marca sobre 24 horas muy buenas de 154 millas.
Hoy es Domingo de Pascua y la Madre Naturaleza me obsequia para el almuerzo Pascual con dos pescaditos voladores. Están bastante frescos al despertar, aunque ya muertos sobre la cubierta, por lo que no tengo escrúpulos en ofrecérselos a la sartén.
Como es de rigor y más que merecidamente, llamo al mediodía a mi madre que se emociona al escuchar mi voz. Ha estado siguiendo las crónicas, pero obviamente que el contacto directo le permite apreciar mucho mejor la vitalidad y el buen humor que aún me quedan a esta altura de la travesía. También a mí me da mucho gusto haber hablado con ella.
Punteo GPS a las 20:25 UTC del domingo 27 de marzo del 2016.
16º 03.313′ N y 48º 10.390′ W – Rumbo 285º, Viento entre 15 y 18 Knts. Ola entre 1 y 1,5 metros. Velocidad 6-6,5 Knts. Distancia a destino 770 Nm.
Hoy es Lunes de Pascua. Feriado en Francia y en Cataluña. Es un muy buen día de navegación, desde la noche hemos realizado 132 millas y nos mantiene en el promedio absoluto de 6,43 Knts.
Ayer tuve regalos de la Naturaleza, hoy toca que me regocije con la felicidad de sentir a través de algo simple como unas palabras justas, la buena visión que a la distancia solo puede tener un amigo. Gracias a la Vida, canturreo en un instante a Violeta Parra, interrumpiendo el fondo de jazz ambiente. Dejo el teléfono a buen resguardo para disfrutar unos minutos de no hacer nada más que contemplar el entorno magnífico que me rodea y gozar de este momento de comunión espiritual.
En ese instante, las olas, que por la mañana creía que se habían allanado un poco (tan solo medían metro y medio incluso muchas de ellas tan sólo un metro), de repente me parecen más blancas y vigorosas. Me yergo pensando que debe ser la sensación dada por estar acostado en el fondo de la bañera.
En ese preciso momento, diviso a una ola que viene detrás de otra, más espumosa que lo habitual, imponente. El Clinamen parece ponerse ligeramente de costado por acción de la primera y la segunda, fabulosa, amenaza desde su impresionante altura de 3 metros medidos desde el valle de la ondulación. Me mantengo confiado en mi cabalgadura y concentrado en el espectáculo. La terrible masa perseguidora ya es todo burbujeo blanco, acercándose más veloz que nuestros 8 nudos. Siento el terrible impacto contra un costado del casco. La otra mitad de la ola nos sobrepasa e inunda por el otro. El maravilloso Clinamen aguanta el cimbronazo por la aleta de estribor cuando la otra parte de la onda parece querer invadir su babor arremetiendo cientos de litros en una trepada incesante. El navío, sale indemne del trance, orgulloso. Siento que me observa desde su magnífica rueda de metro y medio en la que yo veo dibujado su rostro feliz. Estoy nuevamente en estado de éxtasis emocional. ¡Qué maravilla, me faltan palabras para describir mejor el instante de vida!
Retomando la calma de las siguientes ondulaciones de apenas dos metros, ya un clásico al que nos hemos habituado, mis reflexiones son de puro agradecimiento. Recuerdo el pensamiento que tuve hace unos días tras el incidente con la botavara: las olas son como la vida. Hay pequeñas, grandes, cortas, largas, de todos los colores, pero sobre todo las hay suaves, que nos acarician y nos mecen en los momentos agradables, de disfrute, como las hermosas olas que me habían dado tanto placer al acompañarme en alguna playa, mientras hacía el amor con mi Sirena. Otras, en cambio, te azotan con tanta violencia que parecería que han surgido del fondo del océano exclusivamente para golpearte.
La gran ola ha pasado y puedo volver a sentir la tranquila ondulación a la que el trimado obedientemente venía acostumbrándonos. Mi corazón está lleno. ¡Me siento vivo! ¡Para eso estoy aquí! repito como cuando me emocionaron los delfines en forma tan ingenua e infantil. ¡Para eso es que vivimos! Sentir la proximidad de la muerte nos hace más fuertes y prudentes. También más amantes, más sensibles y comprensivos. Más humanos, más cerca de la Naturaleza.
Punteo GPS a las 17:00 UTC del lunes 28 de marzo del 2016.
16º 04.171′ N y 50º 25.860′ W – Rumbo 270º, Viento entre 15 y 18 Knts completamente de Este. Netamente de empopada. Logro poner las velas en Orejas de Burro, o sea una para cada lado. No es muy estable pero la ola como se modera a aproximadamente a 1 metro y se hace manejable. Velocidad 6,5-7 Knts. Distancia a destino 640 Nm.
Las Orejas de Burro están bastante irregulares hasta que se me ocurre la idea de usar el Tangón del spinnaker para retener el Génoa. Aunque éste quedará muy abierto, iba a evitar que estuviera flameando tanto y perdiendo eficacia en el trimado. La operación no es sencilla de realizar y corro contra el tiempo porque no quiero que estas maniobras de proa las tenga que llevar a cabo sin luz diurna. Finalmente como a las 20:00 Hs UTC he logrado estabilizar el trinado con el Génoa atangonado.
Pego un grito de felicidad y de orgullo merecido.
Punteo GPS a las 00:45 UTC del martes 29 de marzo del 2016.
16º 00.850′ N y 51º 19.560′ W – Rumbo 290º, Viento muy variable e inestable entre 15 y 22 Knts. Totalmente de Este. Olas de 1,5 metros. Con el Génoa atangonado me pongo ligeramente de Aleta y la velocidad sube casi ideal. Velocidad 7,5-8 Knts. Distancia a destino 588 Nm. 156 millas realizadas en 24 horas. Buena marca, nuevamente con 6,5 Knts de promedio absoluto.
Punteo GPS a las 09:00 UTC del martes 29 de marzo del 2016.
16º 06.800′ N y 52º 14.750′ W – Rumbo 295º, Viento intenso de 20 Knts. tendencia a empopar viniendo del Este. Velocidad 6,5 Knts. Distancia a destino 535 Nm.
Punteo GPS a las 19:00 UTC del martes 29 de marzo del 2016.
16º 06.189′ N y 53º 21.990′ W – Rumbo 295º, Viento de Este moderado entre 15 y 20 Knts.
Sigo con el Génoa atangonado que se comporta más estable y puedo aprovechar el rumbo de puro Oeste al tener, ahora sí, el alisio bien de Este. Velocidad muy variable entre 6-7,5 Knts. Distancia a destino 470 Nm. 65 millas recorridas en las últimas 10 horas. Ya empiezo a sentir el final del viaje. Las previsiones meteorológicas son positivas, con condiciones equivalentes hasta la llegada. Previsiblemente, si logramos mantener el rumbo y la velocidad llegaremos en la noche del 1 de abril.
Espero grabar en mi mente todas estas emociones que mi corazón está sintiendo, que no me lo olvide cuando, ya de regreso en tierra, tenga que lidiar contra lo cotidiano, lo desagradable y contra los nefastos seres que nos corrompen el espíritu a veces encubiertos, otras veces violentamente opuestos.
Termino de escribir la frase y lloro. Lloro de la alegría y de la emoción que me procura poder escribir todo esto. Nunca lloré tanto como en esta travesía. Nunca me sentí tan vivo, tan feliz de estar viviendo lo que vivo, con sus momentos altos y bajos. Esta capacidad de llorar y emocionarme sin límites es lo mejor que me está ofreciendo este Viaje. El mejor aprendizaje posible. Gonzalo se habrá encontrado con Gonzalo, pero lo ha hecho para poder regresar mucho más que el Gonzalo que se fue.